Edición N° 277 - 5

“La pasión por las Letras”

“La pasión por las Letras”

Hace más de cincuenta años, por esas cosas que no tienen demasiada explicación, vine a Casilda y trabajé junto a mi hermana Leonor en “La Voz Del Pueblo”, cuando los talleres de la imprenta aún estaban en Santa Fe (H. Yri-goyen) y 1º de Mayo. Tuve la suerte de conocer al fundador del periódico, Delfín

Hace más de cincuenta años, por esas cosas que no tienen demasiada explicación, vine a Casilda y trabajé junto a mi hermana Leonor en “La Voz Del Pueblo”, cuando los talleres de la imprenta aún estaban en Santa Fe (H. Yri-goyen) y 1º de Mayo.
Tuve la suerte de conocer al fundador del periódico, Delfín J. Cortés, quien era muy apreciado por la sociedad casildense de los años 60. Recuerdo que siempre llevaba su bolígrafo a mano, costumbre que heredó mi cuñado. La memoria de Héctor era prodigiosa, tenía datos de la historia de Casilda en su mente, además era muy ágil al caminar. Con mi hermano Agustín lo mirabamos como venía de la esquina y sus pies parecían no tocar el piso.
“Sarmiento” se llamaba la imprenta y librería que funcionó durante mas de un año junto al periódico. Trabajábamos todos los días y algunas noches para hacer tarjetas de bautismo y de comunión. Una vez, imprimiendo recibos para la confitería Central la “Minerva” me pellizcó la mano y aún tengo esa pequeña marca como testimonio. Esa máquina tenía una forma vertical, los rodillos de tinta pasaban y había poco tiempo para poner y sacar el papel a mano. Ni hablar de la plana donde imprimíamos La Voz del Pueblo, junto con Jorge Santillán, Aguirre y el “Pato” Alonso en jornadas interminables.
En ese entonces las noticias sociales tenían prioridad, los casamientos, bautismos, los viajeros. Se publicaba en dos líneas que por ejemplo “Enrique J. Nizzo volvió de Buenos Aires tras un viaje de negocios”.
En una ocasión, le comenté algo similar a Héctor y para mi sorpresa, hizo parar la impresora y agregar una nota social como si se tratara de una información urgente. De inmediato alguien tomó el “componedor” y comenzó a levantar las letras, a mano, una a una… para cumplir con un amigo, con un lector. No se medían los esfuerzos y los resultados están a la vista. Ellos transmitieron esa pasión a mis sobrinos Marcelo y Javier.
La mudanza a Mitre 2169 fue toda una empresa. Mis padres Basilio y Esmeralda ayudaron, hasta “Angelita” la suegra de Leonor aportó lo suyo. Instalar la imprenta a cero, luego del incendio fue como presenciar al “Ave Fénix” remontar de sus cenizas. Luego me radiqué en Rosario junto a mi esposa Teresa, vinieron nuestros hijos Hernán y Ariel y ahora disfruto de mis seis nietitos.
Cuando le impusieron el nombre de Leonor Sánchez de Cortés a una calle de Casilda, sentí una gran emoción y una especie de alivio al duelo. Considero que es un justo reconocimiento hacia su persona, ya que siempre luchó por Casilda, por las instituciones y los ideales comunitarios, sin descuidar su familia y sus empresas. Por suerte, hemos compartido gratos momentos en familia y en viajes con su agencia.
Hoy la pandemia nos impide estar juntos físicamente y festejar como lo hicimos en los 90 años, pero a la vez, nos permite acercarnos de otra manera, quizás más profunda, más espiritual.
Deseo que Casilda y zona los siga apoyando en este camino de pasión por las letras que lleva más de un siglo en la familia Cortés y de la cual yo doy testimonio.
Adelante, que los quiero.

Basilio Franklin Sánchez

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