Antes de desarrollar las características de esta construcción, consideración aparte merece la figura del empresario molinero Emilio Werner. Werner fue un técnico alemán formado en Estado Unidos de América, llegó a la Argentina en 1883, específicamente como encargado del “Molino Coffin” de Rosario. Terminado su contrato decidió permanecer en nuestro país, empleándose en el “Molino
Antes de desarrollar las características de esta construcción, consideración aparte merece la figura del empresario molinero Emilio Werner. Werner fue un técnico alemán formado en Estado Unidos de América, llegó a la Argentina en 1883, específicamente como encargado del “Molino Coffin” de Rosario. Terminado su contrato decidió permanecer en nuestro país, empleándose en el “Molino Nacional” de Wildermuth & Cía.
En 1889 alquiló en Villa Casilda un pequeño molino harinero propiedad entonces de Carlos Casado. Lo que comenzó como un pequeño emprendimiento se transformó al cabo de poco más de diez años en una de las empresas molineras más importantes de Argentina: “Molinos Fénix” de Werner & Cía.
Werner integró las primeras comisiones de fomento que rigieron los destinos de Casilda, de la que fue una figura respetada y representativa de una dirigencia interesada en impulsar su engrandecimiento.
Su empresa tuvo a su cargo la instalación del primer servicio de alumbrado eléctrico que reemplazó la iluminación a faroles de kerosene. En 1899 el Ministerio de Agri-cultura de la Nación lo designó presidente de la comisión encargada de planificar la creación de la Escuela Nacional de Agricultura, lo que se concretó en 1901.
Participó en la comisión que logró que Villa Casilda sea declarada ciudad en 1907 y presidió el Club Social: precisamente fue durante su presidencia que esa institución logra transformar su sede gracias a la intervención del prestigiosísimo arquitecto francés René Barbá en 1913.
Emilio Werner construyó su casa de Casilda en un lote de amplias dimensiones ubicado en la intersección del entonces Bulevar Umberto lº (hoy Lisandro de la Torre) y Roca, justo en diagonal a las instalaciones de su molino. Quizás la más impactante en su tipo, de neta inspiración renacentista y una de las construcciones particulares de mayor porte y superficie de Villa Casilda. La vivienda que Werner hizo construir reúne todas las características de las villas inspiradas en la tradición arquitectónica renacentista del arquitecto Andrea Palladio.
Desarrollada en dos plantas, totalmente exenta y con cuatro fachadas simétricas organizadas tripartitamente; destacaba su ingreso principal sobre Bulevar Lisandro de la Torre mediante un volumen -pórtico- que avanzaba hacia la línea municipal y que hacía las veces de balcón al cuerpo central, a su vez coronado por un frontis triangular rematado por un pequeño obelisco.
La fachada sobre calle Roca se caracterizaba por una “loggia” central de dos niveles enmarcada con dos pares de columnas: toscanas en planta baja y corintias en planta alta.
La vivienda y sus plantas que optaban por un partido compacto cuadrangular se organizaba espacialmente, luego de acceder por un gran zaguán, en torno a un gran hall recibidor de doble altura. De allí partía una gran escalera de honor ubicada sobre el mismo eje de ingreso que vinculaba los niveles de recepción y el de los departamentos íntimos. Las demás salas están dispuestas en torno a este gran ambiente articulador.
El lote estaba limitado por rejas de hierro y pilastras de mampostería.
Emilio Werner terminó radicándose en Rosario en la década del veinte. Falleció en Alemania en 1936. Pocos años después, su casa se transformó en sede del Distrito Militar Nº 34 de Casilda, función que desempeño durante décadas hasta que fuera levantado y todas sus actividades transferidas a Rosario.
El Molino Fénix de Casilda cesó totalmente sus actividades en Casilda a fines de la década del setenta. Su ubicación totalmente inconveniente en el plano dentro de la ciudad y el vertiginoso desarrollo del cultivo de la soja en la región le asestaron un golpe fatal. La casa de Emilio Werner hacía años que ya sufría el abandono y la vandalización.
En el año 1977, la residencia Werner fue demolida. Ya convertido en un enorme baldío, el inmueble fue parcelado en cinco lotes. Igual destinó corrió el solar donde se levantara la planta del molino. Hoy, solamente, un par de pilastras semiderruídas y unos metros de rejas oxidadas quedan para ofrecer triste testimonio de lo que fuera la historia de una de las grandes viviendas de Casilda y la de un grupo empresario que nació en Casilda, se desarrolló por toda la pampa húmeda hasta convertirse en uno de los más importantes del país.
Lic. Gustavo Urueña
1 Comentarios
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VICTOR TABORRO
16 diciembre, 2021, 6:45 pmMuy buen artículo. Creo que en cada ciudad se encuentran sitios así. Me gusta el rescate en el tiempo que se hace de esos lugares por donde pasamos con frecuencia y desconocemos su historia y devenir en el tiempo.
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