Edición N° 275 - 5

Casilda y su Identidad Gastronómica

Casilda y su Identidad Gastronómica

El tiempo puede medirse también en sabores. La historia de un pueblo va gestando identidades que se construyen, se transforman, se repiensan, pero siempre están allí, involucradas con lo que somos. ¿Existe –o existió- una cocina típicamente casildense? ¿Hay platos o productos que nos definen? ¿Se puede visitar la ciudad con los cubiertos en la

El tiempo puede medirse también en sabores. La historia de un pueblo va gestando identidades que se construyen, se transforman, se repiensan, pero siempre están allí, involucradas con lo que somos. ¿Existe –o existió- una cocina típicamente casildense?
¿Hay platos o productos que nos definen?
¿Se puede visitar la ciudad con los cubiertos en la mano, sabiendo que se está en ella cuando se prueban sus bocados?
La gastronomía habla de las costumbres de la gente, de sus predilecciones, de sus gustos particulares, pero cuenta a su vez sobre la fisonomía de los barrios, de las calles céntricas y de sus negocios, de los especialistas en rubros determinados de cocina, de los personajes famosos que deslumbraron con sus quehaceres en el arte culinario, en sus más diversas expresiones.
La Voz, al cumplir sus 100 años de vida, ha conocido mucho de esa peculiar forma de ver la historia de Casilda.
En sus publicidades se despliegan los favoritos de las grandes casas comerciales dedicadas a la alimentación, así como las mágicas recetas de los artesanos del fogón.
En los intersticios de sus noticias, siempre aparece algún apetecible dato sobre lo que gustaban comer los vecinos de la ciudad.
Las confiterías o los bares de las masas que saben a perfección. Las fábricas de pastas o los restaurantes que las sirven sin igual. Los viejos helados de tabletas o los gustosos artesanales de los últimos tiempos. Las señoras de las empanadas y de los pastelitos inigualables.
Parrillas memorables y típicas carnes al plato ofrecidas por los más diestros cocineros y los más astutos mozos.
Se puede homenajear a Casilda, en un nuevo aniversario, haciendo la narración de lo que ha llenado las panzas de los casildenses con fervor. Historia larga, de la que queremos rescatar nombres y figuras de las últimas décadas.
Los recordados y exquisitos caterings de Héctor “Chupete” Fidececchi, ó los de la Panadería Bartomioli Hermanos, que atendió al mismísimo Presidente Dr. Raúl Alfonsín cuando estuvo en Casilda. Sus famosos ravioles, sandwiches de miga o tarteletas, que al día de hoy se siguen degustando.
Aquellas milanesas picadas con jamón y queso gratinado de Témpore de Roberto Calace que devorábamos antes o después de ir al boliche. Las empanadas fritas que hacían Teresita «Chuchi» Pennacchioni de Urraco y se comían en “El Fogón (primero estaba en el Aero Club Casilda, luego en el Casilda Club) ó las de Norma Calace ó las de Silvia Peralta de Rosales del Kiosco “María Laura”, donde hoy está el edificio Milleniun.
La picadas previas al partido o al asado, uno de los más recodados son los que se servían en el boliche Tonello.
La suprema marilan ó el flan mixto en la Cantina de Luiggi. Los asados en el Comedor de Tito, ó de Pancho Racca ó del Tata Escudero. Los famosos sandwiches de lomo de Micerino de Rody Dora, ó los del Odeón de Antonio Luraschi, ó los famosos familiares de jamón y queso del Bar de Pancho en la calle Sarmiento al 1900.
La panadería de Pagani con sus pastas frescas y facturas ó el helado en tabletas tipo sándwich, que vendía del Ruso Bud Gusain con su carrito.
Para los días patrios era infaltable el locro del Club Aprendices, que cocinaba Arnaldo “Caleca” Brandoni, una verdadera delicia.
Las gallinitas, heladitos y mielcitas de Fefo…., la confitería y heladería la Central, entre tantos otros.
Son muchos los sabores que hemos tenido y tenemos los Casildenses.
Por suerte, sabores como los pastelitos de la Comisión de Damas de la Cooperativa Carlos Casado, el maní japonés ó garrapiñado de Alicio Gerbaudo (hoy Pailas), la cocina del Club Gentili, los excelentes caterings que realiza la Vecinal Nueva Roma ó Alcides Staffolani, la cocina de la Vecinal Nueva Roma ó la del Museo del Automóvil de Casilda, el elegante restaurant Adriano, el Bar Sarmiento, las variadas fábricas helados artesanales, nos siguen deleitando nuestro paladar y también nuestro corazón, haciendo homenaje al recordado “panza llena, corazón contento”
Todos ellos y seguramente algunos otros que se nos escapan a nuestra memoria, forman parte de una historia popular, que sin dudas marca a fuego una época dorada en la gastronomía casildense y que nos da esa identidad como pueblo de haber degustado y seguir haciéndolo, una de las mejores cocinas del país, por su variedad y calidad, y esa cocina es la nuestra, “La Casildense”.
Federico Antoniasi y Javier Cortés

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