Edición N° 325 - 5

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Saltos sin red.

Las personas mayores alguna vez fueron niños, y recuerdan cuando iban a los circos que se instalaban unos días en la ciudad, y a los que concurrían motivados por los anuncios publicitarios de autos o camionetas con altoparlantes que recorrían las calles. Uno de los espectáculos más atractivos eran los trapecistas. Pero entre los números que más generaban expectativas eran los saltos desde un trapecio al otro, en los que un trapecista se soltaba de su trapecio y hacía volteretas en el aire, hasta aferrarse a otro compañero luego de sincronizados movimientos, generalmente con una red que salvaba cualquier error. Pero lo que se aguardaba con reprimida emoción, era si el salto era sin red. El error se pagaba con la vida o con fracturas a veces invalidantes.
En el momento histórico que nos toca vivir, existe la sensación de que estamos dando saltos sin red, tanto en lo personal, como en lo social, en lo político y en lo económico.
Y la única certeza que tenemos es la incertidumbre del futuro.
El modelo de familia convencional se ha desgranado, y existen múltiples alternativas que la suplantan. El sexo se practica sin los parámetros tradicionales. La política no nos garantiza futuros gobernantes capacitados.
Los valores y las virtudes han sido licuados. La ética y la moral parecen cosas pretéritas. El trabajo no se ejerce con la responsabilidad y empeño de generaciones pasadas.
Los vínculos no tienen el formato y durabilidad que nos narran nuestros ancestros. Los jóvenes no saben si emanciparse o cobijarse en sus hogares, y les resulta muy difícil elegir su futuro. Esto y mucho más representan el síndrome del salto al vacío, pero sin red.
¿Qué hacemos?. ¿Hacia dónde vamos? Y detrás de estos interrogantes surgen otros más cotidianamente, en nuestras mesas, en nuestras mentes, en nuestros diversos roles.
El sentido de la vida, que de por sí resulta difícil definirlo individualmente, resulta más difícil establecerlo desde la filosofía o la ,psicología en este maremágnum. ¿Quién o quienes están en condiciones de aclarar este panorama? El ritmo de vida, que se acelera exponencialmente, impide detenernos a pensar y a proponer. Pero de algo no hay dudas: y es que ya resulta necesario hacer una pausa de reflexión. Comenzando desde el seno familiar, siguiendo por la educación, la política, las instituciones, las iglesias, etc. Tomar conciencia de nuestra realidad, sin ingresar descontroladamente a la vorágine, que ya no tiene definición ni forma.
La pandemia y la aceleración ya están provocando neblinas mentales, que pueden desembocar en el caos, en abismos, y en un futuro que no es el que deseamos. Tenemos todas las capacidades para revertir este presente incierto, y nadie debe quitarnos la esperanza ni la fe, pues en definitiva, “vivir no es más que un acto de fe”.

Ricardo J. Arnoldi 
Rotary Club Casilda

Redacción La Voz Casilda
Redacción La Voz Casilda
Periódico Semanal Regional. Fundado el 13 de Febrero de 1921 por Delfín José Cortés y Lorenzo Arturo Cortés.

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