Edición N° 275 - 5

Nuestro árbol: el otro, el mismo

Nuestro árbol: el otro, el mismo

Especial para LA VOZ DE CASILDA,  escribe Alejandro Pose Mayayo Yo no conocía a Casilda. Borges -como digo en mi libro- me la había mencionado allá por 1980 pero sólo en referencia al homenaje y su árbol. Exactamente cincuenta años después de aquel 26 de septiembre, he tenido el honor de ser invitado por el

Especial para LA VOZ DE CASILDA,  escribe Alejandro Pose Mayayo

Yo no conocía a Casilda. Borges -como digo en mi libro- me la había mencionado allá por 1980 pero sólo en referencia al homenaje y su árbol.

Exactamente cincuenta años después de aquel 26 de septiembre, he tenido el honor de ser invitado por el mismo Rotary Club junto a María Kodama para recordar aquel evento y plantar nuestro propio eucaliptus, estaca de aquel que se plantara en 1969.

Ni siquiera voy a intentar agradecer lo mucho que disfruté la estadía y los agasajos, no me alcanzaría el espacio. Sí voy a puntualizar varias cosas. Por ejemplo, la cordialidad de todos los casildenses: no importa donde fuera, no hubo calle en que no me cruzara con una sonrisa.

Paola Zanotti y Cristian Latino lograron el justo equilibrio de acompañar gentilmente a María y protegerla de los excesos de efusividad: perfectos anfitriones y a la vez despiadados cancerberos.

Notable la entrevista /contrapunto de Emilio Ardiani: pocas veces vi a María disfrutar tanto de un homenaje. Me dicen que el padre de Emilio era un excelente orador; su hijo no debe envidiarle nada.

Y el siempre atento Marcelo Cortés sobrevolando todo, haciendo que el Rotary funcionara en torno al evento como un reloj suizo.

Estuve tan sólo dos días, pero hice amigos para siempre.

Y para el cerrar, una curiosidad…

La Escuela Agrotécnica General San Martín (con el profesor Sergio Mellano a la cabeza) cultivó y logró que sobrevivieran diez estacas del eucaliptus de Borges. Esas estacas son clones (de hecho, la palabra “clon” proviene del griego y significa “ramita”) y son genéticamente indistinguibles del árbol original. Es decir, con el correr de los años, el clon plantado podrá ser más o menos frondoso o tener otras caprichosas formas muy diferentes al original, pero su huella genética será idéntica al la del árbol que provino. De este modo, nuestro árbol será otro, pero también será el mismo. Nuestro árbol: el otro, el mismo.

Cincuenta años atrás, casi al mismo tiempo que plantaba su árbol en Casilda, Borges ordenaba y corregía un libro de poemas. En su prólogo escribió: “De los muchos libros de versos que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, este es el que prefiero.”

¿Cómo se llama ese libro?: “El otro, el mismo.

Así es, amigo lector. Borges sonriendo, nos guiñó un ojo cincuenta años antes de que sucediera todo…

 

En el Almuerzo junto a Kodama: Cristian Latino. Marisel Branciari, Marcelo Cortés. Alejandro Pose Mayayo y Gladis Cattoni,

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