Especial para LA VOZ DE CASILDA *Por Marcela Ruiz

Muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas se han visto afectados por la pandemia de la COVID-19. Uno de ellos es la educación. Para quienes nos movemos en este ámbito surgió un panorama inédito.
Tuvimos que reinventarnos, hubo que refundar la escuela. Dicen que las crisis deben entenderse como oportunidades; sin embargo, y a pesar de la promesa del Ministerio de Educación de la provincia de garantizar la conectividad de todos los estudiantes, nos hemos enfrentado con la realidad: no todos podían acceder a ella. Entonces la oportunidad se visibilizó en desigualdad.
A pesar de todo se siguió intentando por otros medios: a algunas escuelas llegaron cuadernillos de trabajo (primero de la nación, después de la provincia); muchos padres no pudieron –por razones laborales– ni siquiera retirarlos de la institución educativa en los días y horarios convenidos, con las medidas de prevención por todos conocidas.
El intento de vinculación y de continuidad en el sistema escolar echó mano a todo lo que tenía a su alcance: redes sociales, plataformas educativas, grupos de wasap, cuadernillos impresos, fotocopias de actividades…   Nada fue suficiente. En algunos casos, la apatía, el desinterés y el desgano manifiestos por estudiantes y familias fueron también factores que contribuyeron a hacer más empinado el camino.
Quizás el hecho de no tener clases presenciales desanimó a muchos. Entonces nos dimos cuenta de la importancia de la escuela como institución real, capaz de otorgar contención y de garantizar la inclusión.
¿Se aprende igual a la distancia? (Este tipo de educación es una modalidad de estudio independiente mediada por diversas tecnologías, cuya finalidad es la promoción del aprendizaje sin limitaciones de ubicación, ocupación o edad de los alumnos; es un estudio autodirigido, puesto que el estudiante debe planificar y organizar su tiempo, material didáctico y guía tutorial para responder a las exigencias del curso, carrera o especialización que sigue; se caracteriza por la separación física de los profesores; y dada su amplia cobertura social, puede hacer realidad la igualdad de oportunidades y el acceso al estudio; es más fácil, más rápida y más sencilla gracias a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC): material impreso, material digitalizado, material audiovisual, recursos informáticos y ofrece herramientas muy útiles: blogs, correo electrónico, foros y aulas virtuales).
Algunos investigadores compararon la educación a distancia con el método de enseñanza tradicional y han concluido que la primera es tan efectiva como la otra cuando se emplean las tecnologías adecuadas.
Actualmente se usa una gran variedad de medios electrónicos para enviar o recibir materiales de apoyo para este tipo de educación: cada institución, teniendo en cuenta a los alumnos, evalúa cuáles tiene a su alcance y realiza las combinaciones que mejor se adapten a sus posibilidades.
Los medios se clasifican en cuatro categorías: Voz (emplea herramientas educativas interactivas –teléfono, audioconferencia– y pasivas –radio–), Video (usa imágenes fijas, como presentaciones de computadoras –slides shows, power point–, imágenes con movimiento filmadas –películas, videos, películas digitalizadas– e imágenes con movimiento transmitidas en tiempo real), Datos (envío y recepción de información a través de computadoras), e Impresos (incluye libros de texto, guías de estudio, cuadernos de trabajo, programas de estudio y casos de estudio.; en la actualidad algunas de las formas impresas han sido desplazadas por datos enviados por computadoras y puestas a disposición de los alumnos a través de Internet, el alumno puede consultarlos, pasarlos a su computadora o imprimirlos). Ahora bien, ¿todos los estudiantes disponen de la tecnología que los habilita a ser parte de este otro tipo de aprendizaje?
La escuela que conocíamos ya no es la misma y no sabemos cuándo volverá a parecerse a la que tenemos en el recuerdo. El regreso a los salones será otro desafío. Mientras tanto los docentes hemos demostrado una vez más que estamos a la altura de las circunstancias y lo que no sabíamos sobre la virtualidad, lo hemos aprendido: usamos nuevas herramientas digitales y nos capacitamos para incorporar lo máximo que nos ofrece la tecnología. ¿Será suficiente? Solo el tiempo, nuestra insistencia y la respuesta de los estudiantes podrán contestar este interrogante.
*Marcela Ruiz, Profesora de Lengua, Literatura y Latín