Casilda terminaba de vivir momentos dorados. La venida del Gobernador santafesino Doctor Pedro Antonio Echagüe para estampar con su firma el Acta de Declaratoria de Ciudad, consolidó la fecha del 29 de septiembre de 1907 como un parteaguas de su reciente pero rica historia. Se convirtió en el epicentro de una celebración que duró todo el día, desde la espera del primer mandatario provincial en la flamante estación ferroviaria hasta el instante en que se apagaron las luces de la velada de gala en el Social y el baile popular en la plaza vecina.
Ya con las cenizas de las fiestas, comenzaron las tareas organizativas del nuevo municipio. Una Comisión Administradora integrada por los vecinos potentados de la Villa Casilda asumió las acciones de gobierno hasta que llegó la designación de José Serrot, empresario molinero, como primer Intendente Municipal, secundando luego los pasos inaugurales de su gestión. Por su parte, se dieron los trámites iniciales para efectuar la convocatoria a los casildenses propietarios, que debían tomar a su cargo la misión de elegir los miembros del nuevo Concejo Deliberante, a cargo del ejercicio del Poder Legislativo local.
Esas elecciones se llevaron adelante a comienzos de 1908 y le dieron el triunfo a la lista completa integrada por Carlos Brebbia, Ponciano Culasso, Lemuel Price, Gerónimo Busso y Javier Zabalza. Ocupó la Presidencia Brebbia y se designó a Arturo Willems como Secretario. Entre abril y mayo de 1908 pusieron en marcha las sesiones en las que legislarían sobre los aspectos decisivos de la naciente ciudad.
No habían pasado muchos meses, cuando en la sesión del 11 de julio de 1908 aprobaron el Decreto de creación de un Escudo de Armas para representar al Municipio ante el resto de las localidades y los distintos órganos gubernamentales en todos los niveles.
Dibujado al parecer por Walter Willems sobre un diseño de Lemuel Price con acuerdo del Intendente y del resto del cuerpo deliberativo, debía figurar en la correspondencia y papelería oficial de la Municipalidad y ornamentar el frente del espacio utilizado para oficinas municipales.
Ese escudo es un ejercicio de lectura de la historia de la pequeña Villa de diez mil habitantes que se transformaba en ciudad. Un cielo límpido y el verde de las fértiles pampas, sobre las que el arado de mancera de los primeros colonos abrió los surcos que dieron las espigas de trigo que vieron crecer la Colonia Candelaria y su pequeño centro urbano. Una locomotora del Ferrocarril Oeste Santafesino como muestra de aquella obra clave en el despegue económico y poblacional de Villa Casilda. La estrella en la parte superior con la fecha “1870”, de creación de la Colonia Candelaria por Carlos Casado y la inscripción “29 de septiembre de 1907”, en que se convirtió al régimen municipal. Finalmente, la referencia a la Provincia de Santa Fe, para dar cuenta de la identidad mayor a la que la reciente Casilda se integraba.
En el mes en que se cumplen 117 años de su creación, el Escudo sigue siendo una de las huellas de identidad fundamentales de los casildenses, señalando a lo largo y an-cho del país la presencia de Casilda como un centro urbano que aspira, conjuntamente con el resto de las localidades, a construir un país productivo, próspero y justo.
Prof. Federico Antoniasi
El Escudo: Un símbolo para la nueva ciudad
