Colabora: Prof. Federico Antoniasi

Comenzamos el año con importantes desafíos para la investigación histórica local y regional. La cercanía del trigésimo aniversario del arribo a esta zona de la histórica Imagen de Nuestra Señora de la Candelaria (1723), se convierte en un momento oportuno para completar algunos estudios que tienen ya varias décadas, pero que necesitan revitalizarse con la búsqueda de nuevas fuentes de documentación existentes en repositorios que están situados en Rosario, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
Retomar arduos trabajos llevados adelante en su momento por figuras como Héctor Lagos, Fabio Berraute, Santos Tosticarelli, Evaristo Aguirre –todos ellos incansables colaboradores de “La Voz del Pueblo”- para construir nuevos relatos que llevan la línea de tiempo de nuestra historia varias décadas atrás. Es un tiempo propicio para construir una mirada regional sobre nuestros lugares, buceando en épocas previas a la creación de los pueblos en los que hoy vivimos.
Volver a indagar sobre el sentido que tenía este lugar para los pueblos originarios que lo surcaron; los primeros contactos con los españoles que atravesaron la zona; el reparto y la ocupación de unas tierras que inicialmente no tuvieron el valor material que en el presente ostentan; las formas de vida, las costumbres, los problemas que debieron afrontar los grupos que habitaron con muchas dificultades esta región antes de la década de 1870.

Es momento de conocer más a fondo la presencia de los Jesuitas instalados en la Estancia San Miguel del Carcarañal, que integraban gran parte de estos territorios. Tratar de documentar sus actividades económicas y espirituales, su presencia en uno de los puestos en nuestro distrito, la marca de la existencia de población africana esclavizada en estos sitios, la formación quizás de algunos de los núcleos familiares y de parajes y rancheríos que sobrevivieron a la instalación de Casilda.
Recuperar a su vez la gran cantidad de memorias de viaje que a lo largo de casi dos siglos han hecho referencia al fundamental camino que atravesó estos lares hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando el ferrocarril llegó para transformarlo todo. Allí aparecen sin dudas, con una vitalidad inusitada, las pequeñas poblaciones instaladas junto a las postas, en tierras de Candelaria, Desmochados, Arequito, Guardia de la Esquina, Cruz Alta; profundos antecedentes de nuestro poblamiento regional. Allí también se marca la decisiva actuación que tuvieron estos pagos en el dramático proceso de las luchas por la Revolución de Independencia y durante las subsiguientes guerras civiles. Momento oportuno para entender que las vicisitudes de la historia nacional no pueden entenderse cabalmente sin la debida referencia a las múltiples y complejas historias locales.

En definitiva, un acontecimiento tan trascendental en la configuración de nuestras identidades, como el que recordamos en este año 2023, debe ser una herramienta clave para tratar de entendernos desde las profundidades bien enraizadas de nuestro devenir. Para ver en los originarios, los gauchos, los pobladores africanos, los estancieros criollos, los soldados, los pulperos, los postillones, las laboriosas mujeres de las postas –que parecen evadirse de los recuerdos, con la complicada consecuencia de su borradura de la común trayectoria que formamos-, lo que nos ha sido difícil ver: una parte insoslayable de la historia que nos pertenece.