Edición N° 349 - 5

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SEÑOR, TU SABES QUE TE QUIERO por Ricardo Arnoldi

“Señor, Tú lo sabes todo;
Sabes que te quiero” (Jn. 21,17)

Finalizada su misión redentora, y luego de su Resurrección, Jesús llama a Simón Pedro, a quien ya había elegido como su Representante en la tierra, y le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? El le respondió: Si, Señor, Tú sabes que te quiero”. Cuando Jesús repite por tercera vez esta pregunta, Pedro se entristeció, y le dijo : Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Jn. 3115.17)
Esta narración y todo el Evangelio, nos muestran a un Dios cercano y lleno de amor. “..El, que había amado a los suyos, ..los amó hasta el fin” (Jn. 13,1). No sólo ama, sino que “exige” ser amado sobre todas las cosas, como dice el Primer Mandamiento, y quiere ser amado humanamente “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí” (Mt. 10,37). O sea que requiere ser plenamente correspondido en su amor, y esto no admite ambigüedades.
Muchos de nosotros concebimos a un Dios de los altares, de las alturas, pero en verdad que es un Dios tan cercano que se hizo hombre igual a nosotros, menos en el pecado, para que lo podamos ver, tocar, seguirlo. Y también crucificarlo. Debe ser un amor tan humano que inflame nuestro corazón y provoque sentimientos muy profundos .La paternidad de Dios no es lejana, El papa Francisco insistía en ese Padre tierno, verdadero “papi”, cuyo significado se contiene en ese “ABBA”, tan cercano y cariñoso. Por lo tanto debemos revertir nuestro diálogo con Dios, apelando a lo más profundo de nuestros sentimientos. Sentirnos muy amados y protegidos, y amando como Él nos amó. Y por si fuera poco, Jesús nos dejó a su Madre, que en todas sus manifestaciones nos habla de su amor, cariño y protección, como lo hizo con el indiecito Juan Diego, a quien le dijo “No estoy yo aquí que soy tu madre?”, y que nos lo repite a cada uno de nosotros en nuestras soledades y dificultades.
El misterio Eucarístico, en el que Jesús se hace pan para ingresar a nuestro interior y hacerse uno con cada uno de nosotros, revela hasta que punto nos ama. Nos alimenta, contiene y abraza hasta el día en que podamos vernos y amarnos cara a cara.
Recordemos también que Francisco decía que el nombre de Dios es “Misericordia”. El se conmueve ante nuestra debilidad, nos perdona y nos atrae para abrazarnos con sus gracias. Dios nos hizo para Él, para la felicidad, y nosotros, con nuestro pecado arruinamos su plan. Por eso envió a su Hijo amado, para rehacer nuestra humanidad. Su Ley es el Amor. Y nosotros debemos cantar al “Amor de los amores.”
Ante el Sagrario, en el silencio, debemos recapacitar, para redescubrir este misterio de amor, y nuestra vida y nuestras relaciones cambiarán, pues, no se puede amar a Dios a quien no vemos, si no amamos a nuestro hermano, a quien vemos (1 Jn 4,20)
“Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él”. (1 Jn. 4,16)

Ricardo José Arnoldi

Redacción La Voz Casilda
Redacción La Voz Casilda
Periódico Semanal Regional. Fundado el 13 de Febrero de 1921 por Delfín José Cortés y Lorenzo Arturo Cortés.

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