Edición N° 275 - 5

Manuel Belgrano: Los proyectos, entre las ideas y los hombres.

Manuel Belgrano: Los proyectos,  entre las ideas y los hombres.

Manuel Belgrano (1770-1820) es uno de los protagonistas ineludibles de nuestra Revolución. El Creador de la Bandera (Rosario, 27 de febrero de 1812), se nos muestra en este Bicentenario como uno de los más activos pensadores y políticos que nos legaron aquellos tiempos en que comenzó a gestarse el Estado independiente. Conocemos a un Belgrano

Manuel Belgrano (1770-1820) es uno de los protagonistas ineludibles de nuestra Revolución. El Creador de la Bandera (Rosario, 27 de febrero de 1812), se nos muestra en este Bicentenario como uno de los más activos pensadores y políticos que nos legaron aquellos tiempos en que comenzó a gestarse el Estado independiente. Conocemos a un Belgrano polifacético, que deja la comodidad de su carrera, de su profesión y de su vida resuelta, por los debates políticos y los campos de batalla. Llegamos a leer y entender a un hombre que pensó el país con visión integral hasta el punto que aún nos habla de realidades muy nuestras, que urge repensar y resolver. Vivenciamos la experiencia de un hombre que murió por esa Revolución que supo encarnar, con éxitos y desdichas.
Como buen representante de la fisiocracia, valoró la tierra como fuente de riqueza, en un momento en que comenzaba a darse lentamente la transformación en la percepción que la Corona española poseía del abierto espacio pampeano. Hasta ese momento marginal, periférico, poco proclive a su utilización y puesta en producción, definido por la escasez, en el sentido de inexistencia de yacimientos mineros y falta de brazos originarios para el trabajo; el ámbito de la Pampa podía pensarse como un área de frontera que poco preocupaba a las autoridades coloniales. Belgrano fue uno de los grandes promotores de su conversión en un espacio como amplísima capacidad productiva y de desarrollo.
En la pluma de Belgrano, expandida por las páginas de la prensa y en los papeles del Consulado, la agricultura y el problema de la tierra pasan a ser fundamentales, como motor para el crecimiento de los pueblos del Plata.
Con esta preocupación también se planteaba la de los hombres y mujeres que vivían en estas tierras, llenas de miserias, penurias y padecimientos. De allí la permanente alusión al valor de la educación, la distribución de las riquezas y la necesidad de poner fin a los privilegios.
Lo que analizó en sus textos, lo que conoció en sus estudios -ya sea en las universidades españolas o en los libros a los que tuvo acceso en Europa y en su retorno a América-, pudo completarlo con una profunda experiencia de los problemas concretos del país. Experiencia ganada al frente de los ejércitos revolucionarios que iban construyéndose en la misma marcha sobre la geografía rioplatense. La realidad de los pueblos del Litoral, de la Pampa, del Paraguay, del Noroeste, fue surgiendo ante la mirada atenta de Belgrano, que pudo conocer de cerca los acuciantes desafíos que la vida diaria de la gente proponía a las teorías que habían macerado su pensamiento y su acción. Todo ello mientras cargaba con el peso de la organización de un Ejército para sostener la por momentos endeble situación revolucionaria.
Nuestra región lo vio surcar los empobrecidos campos liderando la marcha de los soldados que marchaban al Paraguay y al Alto Perú. Aquí, en las postas de Candelaria y Desmochados -como tan bien nos mostraran el eminente Héctor M. Lagos y el querido Evaristo Aguirre-, dejó marcas de su pensamiento político, de su preocupación por la suerte de la revolución y de estas tierras. También se llevó, seguramente, una visión descarnada de lo que debían pasar los habitantes de esta sufrida zona del antiguo Virrei-nato, antecesores muchos de ellos del poblamiento de Casilda y su zona de influencia.
Periodista, economista, pensador, legislador, jefe militar, político revolucionario, pedagogo; Belgrano fue ante todo un activo constructor de proyectos, un reformador social que consideró esencial pensar para luego proyectar y más tarde intentar hacer. Hizo lo que sus máximos esfuerzos le permitieron en una crítica etapa, marcada por las sinuosidades de una revolución que ahogó a muchos de sus protagonistas y asfixió grandes ideas y entusiastas programas de acción.
A 250 años de su nacimiento y 200 años de su muerte, Belgrano sigue siendo indispensable a la hora de entender muchos de nuestros dramas, angustias y limitaciones. Y al momento de saber, con entusiasmo, las inmensas posibilidades y los caminos con que contamos aún, para definir ese país que, al igual que en sus sueños, siguen siendo nuestro horizonte.

Prof. Federico Antoniasi

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